jueves, 10 de junio de 2010

La historia

Siento que mi cuerpo explota de sentimiento,
que desborda de amor por ti y me hace entrar en éxtasis.
Suspiro cuando entrelazas tus dedos con los míos,
y las palmas de nuestras manos se acarician con el movimiento lento de nuestros pasos.

Tu voz cálida,
¿Qué te pasa amor? ¿qué es lo que tienes? me dices
Una herida en tu pasado me intranquiliza
no puedo parar de pensar en ello pues no entiendo por qué te ocurrió.
Las palabras brotan de tu boca,
acompañados de unos ojos llorosos y cabeza cabizbaja.
Mientras, enarbolo la historia en mi cabeza,
imaginando cada uno de los detalles que pronunciabas paciente y lentamente,
porque así eres tú, paciente.

Y es que, lo que te duele a ti, a mi me atraviesa el alma,
siento deseo de aligerar esa carga si me pongo yo contigo a arrastrarla por el camino,
aunque sienta el temor de que eso algún día nos pueda separar o más bien,
que nos provoque sentimientos de tristeza y desazón cuando lo que debiera dominar entre nosotros debiera ser el ánimo y la ilusión.

Y es que en ti no sólo he visto a mi compañero,
también he visto al padre de mis hijos.
No sé decirte por qué, o qué cualidades concretas son las que veo en ti,
pero si sé que cuando camino por el supermercado y veo a un papá de la mano de su hijo,
te imagino a ti haciendo lo mismo con nuestro hijo mientras yo observo lo hermoso que es.

Y es que algún día pensé,
que pudiera ser un lastre para mi persona, que no sabría si lograría llevarlo bien...
y me sentí falta de suerte.
Sin embargo, tus palabras y tus gestos reconfirman quien eres,
tu suavidad, tu paciencia, tu dulzura, tu ilusión por nuevos proyectos..
me hacen descartar de mi mente posibles desvíos del camino.

Al llegar a casa no podía parar de imaginarme,
en el camino al metro,
durante la cena,
intentando lograr que un libro captara la atención de mi mente perdida en la historia narrada e imaginada de la que no lograba desconectar como si de un bucle se tratara.
Y así me dormí.

No hay comentarios: